10 de Septiembre: Día mundial para la prevención del suicidio
Hoy, en el Día de la Prevención del Suicidio, queremos detenernos a reflexionar sobre la importancia de cuidar la salud mental, especialmente en el ámbito educativo y reflexionar sobre la importancia de la educación emocional en el bienestar escolar. Patricia Barranco, directora del Colegio Zola Las Rozas, nos invita a pensar en la responsabilidad que tenemos como comunidad para no mirar hacia otro lado y seguir construyendo una escuela que sea un verdadero espacio de aprendizaje integral. Gracias a nuestro modelo educativo y al trabajo constante en pensamiento emocional, acompañamos a los alumnos en el desarrollo de sus capacidades, reconociendo que las emociones deben ser siempre el punto de partida:
«En la educación de nuestros hijos e hijas, a menudo nos centramos en los logros académicos y sin duda es crucial. Sin embargo, como directora de este centro, hoy quiero invitarles a reflexionar sobre una dimensión de la educación para nosotros prioritaria y fundamental en el bienestar y el futuro de cada uno de nuestros alumnos: la educación emocional.
Hoy 10 de septiembre Día Mundial para la Prevención del Suicidio, me lleva a reflexionar sobre la necesidad imperiosa de ayudar a crecer a nuestros alumnos desde la prevención y cuidado de la salud mental. Este hecho nos obliga a abrir los ojos y a entender que nuestros colegios, son mucho más que un lugar de aprendizaje de contenidos. La escuela debe ser un refugio, un puerto seguro en el que nuestros alumnos y alumnas, desde la etapa infantil hasta el último año de bachillerato, puedan sentirse comprendidos, escuchados y acompañados.
En cada etapa del desarrollo, nuestro alumnado se enfrenta a desafíos únicos. Los más pequeños aprenden a identificar si están contentos o tristes o a gestionar la frustración de un juego que no sale bien. Los adolescentes, por su parte, navegan por la complejidad de la identidad, la presión social y los cambios físicos y emocionales que marcan el camino hacia la edad adulta. En este viaje, las emociones son como el viento que empuja sus velas, y nuestra responsabilidad es enseñarles a entenderlo, a gestionarlo y a orientarlo para optimizar su rumbo.
Trabajar las emociones no es una moda; es una necesidad fundamental. Ayudar a nuestro alumnado a comprender sus propias emociones, les capacita para el autoconocimiento. Les ofrecemos las herramientas para que puedan entender por qué se sienten de una determinada manera en un contexto determinado.
Pero no nos detenemos ahí. El siguiente paso es el desarrollo de habilidades para la vida. La educación emocional les enseña a empatizar con los demás, a resolver conflictos de forma pacífica, a tomar decisiones de manera consciente y a construir relaciones sanas. En definitiva, les estamos dotando de la competencia socioemocional que necesitarán para navegar por el mundo, para enfrentar los fracasos y para celebrar los éxitos.
Así debemos entender nuestras escuelas, y es así como entendemos nuestra vida en el colegio. Nuestros centros educativos son un lugar privilegiado para esta labor. Son espacios donde la frustración de una prueba objetiva o el miedo a un cambio de etapa se viven a diario. Y es precisamente en esos momentos, en el calor del aula y la compañía de sus compañeros y docentes, donde podemos y debemos intervenir. No solo para enseñarles a sumar o a conjugar verbos, sino para enseñarles a sentir y a vivir de forma plena y consciente.
Como comunidad educativa, tenemos la responsabilidad de no mirar hacia otro lado. Debemos seguir construyendo una escuela que sea un lugar de aprendizaje integral, donde las emociones sean el inicio de todo. Una escuela que sea un hogar, un faro de luz para nuestros alumnos durante la construcción de su propio camino. Porque solo así, educando mentes y corazones, estaremos preparando a la próxima generación para un futuro de bienestar y resiliencia».
P.B.C Directora del Colegio Zola Las Rozas