El programa Zola 3D tiene el objetivo de desarrollar la faceta creativa, visual, artística, constructiva y emprendedora de nuestros alumnos a través del manejo de la impresora 3D.
A finales de 2014 arrancó el programa Zola 3D. A nivel curricular se encuentra dentro del ámbito del diseño y dentro del área Visual. De manera interdisciplinar, entronca con nuestra materia de Tecnología digital que se desarrolla desde 1º de Primaria a 1º de Bachillerato.
Para conocer mejor en qué consiste este revolucionario soporte que supondrá un gran impacto en los modelos de fabricación y que según pronostican algunos sociólogos y economistas como Jeremy Rifkin, podrían conducirnos a o la 3ª Revolución Industrial. Hablamos con Alberto Valero quién junto con Juan González Gómez dirige el grupo de Robótica Educativa en BQ. A él le preguntamos qué quiere decir el movimiento “Maker” o “háztelo tú mismo” que se ha despertado con la salida al mercado de las impresoras 3D y nos explica que se trata de “un modo de denominar a todas esas personas que disfrutan construyendo aquello que usan cotidianamente”.
Esta nueva cultura surgida en Estados Unidos está mutando de simple hobby a la creación de empresas de proyección mundial. Pero… ¿cuáles son los beneficios para el campo educativo de las impresoras 3D? “Las impresoras 3D son una herramienta que permite materializar diseños digitales. Así podemos fabricar modelos físicos de lo que se enseña en el aula como, réplicas de obras de arte, objetos geométricos, etc. También abre nuevas posibilidades en la enseñanza del diseño 3D, ya que hasta ahora el proceso creativo acababa en el modelo de ordenador mientras que ahora ese modelo se puede fabricar”.
El experto nos aclara además que la impresora 3D puede emplearse para cualquier asignatura que demos en clase, “porque gracias a ella se pueden materializar conceptos como geografía (imprimiendo mapas), arte (imprimiendo obras artísticas), matemáticas (mostrando conceptos), biología, etc. Pero, sobre todo, es útil en tecnología o plástica, donde la aplicación es inmediata. Además con la pericia adecuada, cualquier cosa que se pueda fabricar en plástico se puede imprimir con una impresora 3D. El único requisito es que hay que saber usarla y diseñar acorde a sus posibilidades”.
El alumno, podría empezar a usarla desde el momento en el que su madurez le permita gestionar sus propios diseños, algo que podría ocurrir incluso a partir de primaria. Según Valero “si el profesor la emplea como una herramienta para crear contenidos con un mayor valor pedagógico, puede usarla desde los primeros años escolares”. Además asegura que no supone ninguna dificultad para el alumno.
Otro importante beneficio de la impresora 3D es que dará a los alumnos la oportunidad de manipular objetos que de otra forma no estarían a su alcance, como imprimir engranajes, mecanismos biela-manivela, cilindros de un motor, sistemas de poleas, inventos del pasado (como las máquinas de Leonardo da Vinci)… Todos estos “artilugios” se pueden imprimir y poner a funcionar, dando una idea muy real al alumno de su naturaleza.
El mundo de la impresión 3D acaba de empezar a andar y estamos seguros de que, en pocos años, formarán parte del mobiliario imprescindible del aula de todos los centros educativos, “sin duda. Pero para eso es necesario crear alrededor de ellas todo un ecosistema de contenidos y precisamente esta es la labor fundamental de BQ. No sólo queremos crear la tecnología «sino dotar al profesorado y al alumnado de la formación y contenidos necesarios para poder usarla”, concluyó.