Cómo identificar señales de alarma y ofrecer apoyo emocional seguro desde el hogar y el Colegio
El pasado 20 de noviembre de 2025, tuvo lugar el taller “Prevención del suicidio en la adolescencia: identidad y relaciones saludables”. Este encuentro se llevó a cabo en el Colegio Zola Las Rozas y fue impartido por Alia González, psicóloga y Policía Nacional, especializada en prevención digital, ciberbullying y riesgos en redes sociales. Creadora de Mi Gran Familia Digital, forma y acompaña a familias y centros educativos, y combina su labor con docencia universitaria y un máster en Innovación en IA. También contó con la presencia deSandra Pérez, psicóloga experta en emergencias, con intervención en catástrofes como el 11M y Spanair entre otros. Policía Nacional desde 2008, trabaja en el Equipo de Intervención Psicosocial y se dedica a la prevención del suicidio. También coordina el grupo de Psicología de Urgencias del COP Madrid.
Ambas expertas aseguraron que el suicidio en la adolescencia es una realidad compleja, silenciosa y profundamente ligada al sufrimiento emocional. Según mencionaron Sandra y Alia, la tasa de suicidio en jóvenes entre 15 y 29 años continúa aumentando cada año, y aunque la Organización Mundial de la Salud lo reconoce como un problema de salud pública, en muchos lugares aún no existen planes estatales sólidos para su prevención. Por ello, frente a este escenario, las familias y el entorno educativo se convierten en pilares esenciales para detectar señales de alarma y acompañar adecuadamente a los adolescentes.
La adolescencia: una etapa vulnerable por naturaleza
Durante la adolescencia se producen intensos cambios físicos, sociales y neurológicos. El taller destaca que el cerebro adolescente está en pleno desarrollo: la zona emocional está hiperactivada mientras que la parte prefrontal (responsable del control de impulsos y toma de decisiones) aún no ha madurado completamente.
Esto explica por qué pueden reaccionar de manera impulsiva, experimentar emociones intensas o sentirse incomprendidos. A ello se suma la necesidad de pertenencia, la comparación constante y el impacto de las redes sociales en la construcción de su identidad. Todo esto configura un terreno sensible en el que malestar, aislamiento o falta de herramientas emocionales pueden convertirse en un riesgo.
Diferencias entre autolesión y conducta suicida
Una parte fundamental del taller se centró en diferenciar dos conceptos que a menudo se confunden:
- Autolesión no suicida
- Su objetivo no es morir, sino aliviar o controlar un malestar emocional momentáneo.
- Suele producir alivio temporal debido al mecanismo fisiológico de las endorfinas.
- Incluye conductas como cortes superficiales, quemaduras o golpes.
- Aunque no tiene intención letal, es un importante factor de riesgo para futuros intentos de suicidio.
- Conducta suicida
- Tiene como fin acabar con la propia vida para detener un sufrimiento percibido como insoportable o sin salida.
- Implica ideación pasiva (“si me pasara algo, no me importaría”), ideación activa, planificación y, en ocasiones, intento autolítico.
- Cuando existe un plan concreto y acceso a los medios, el riesgo es máximo.
Comprender estas diferencias ayuda a las familias a dimensionar la gravedad de ciertos comportamientos y actuar a tiempo.
Señales de alerta: cuándo preocuparse
Durante el taller, las psicólogas describieron numerosas señales que pueden indicar que un adolescente está experimentando ideación suicida o un profundo malestar emocional:
- Comentarios sobre la muerte o expresiones de desesperanza, incluso en tono aparentemente casual.
- Cambios bruscos de humor.
- Aislamiento social o abandono de actividades que antes disfrutaba.
- Bajo rendimiento escolar o falta de interés general.
- Autolesiones visibles u ocultas (como tapar brazos con pulseras o ropa incluso en verano).
- Búsquedas en Internet o redes sociales relacionadas con autolesiones.
- Regalos inesperados de objetos valiosos o despedidas sutiles.
- Frases dirigidas a amigos como: “Si desapareciera, estaríais bien, ¿no?”.
Es importante recordar que ninguna de estas señales debe minimizarse o normalizarse.
El papel de las redes sociales: un mundo que amplifica el dolor
Las expertas advirtieron del enorme impacto que tienen las redes sociales en la percepción del dolor emocional y la difusión de contenidos relacionados con la autolesión o el suicidio. Plataformas como TikTok o Instagram actúan como “espejos” en los que los adolescentes ven reflejado su malestar, amplificado por algoritmos que ofrecen más contenido similar cuanto más se interactúa con él.
Esta exposición constante puede:
- Normalizar la autolesión.
- Generar comunidades peligrosas que refuerzan la ideación suicida.
- Atraer a adolescentes que ya están sufriendo.
- Incrementar la sensación de aislamiento a pesar de estar “hiperconectados”.
Por ello, la cibereducación, los controles parentales y la supervisión respetuosa se consideran herramientas fundamentales para la prevención.
Cómo actuar si sospechamos riesgo: pautas claras para las familias
Hablar del suicidio no induce a un adolescente a tener ideas suicidas. Este es un mito muy extendido y desmentido en el taller. Preguntar con claridad abre una puerta para aliviar la carga emocional del menor y evaluar el riesgo real.
El taller propone un protocolo sencillo y eficaz para familias:
- Preparar el espacio:
- Elegir un momento tranquilo, sin prisas ni distracciones.
- Transmitir seguridad y cercanía.
- Abrir la conversación: preguntar de forma directa:
- “¿Has pensado en hacerte daño o quitarte la vida?”
- “Me preocupas. Quiero ayudarte.”
- Escucha activa y validación:
- Evitar frases como:
- “No es para tanto.”
- “Tienes que animarte.”
- “Hay gente que está peor.”
- Validar su emoción no implica estar de acuerdo, sino reconocer su sufrimiento:
- “Entiendo que estás pasándolo muy mal.”
- “No tienes que cargar con esto solo.”
- Evitar frases como:
- Plan de seguridad:
- Preguntar si tiene un plan o medios para hacerse daño.
- Retirar cualquier objeto peligroso.
- Si existe riesgo inminente: llamar al 112 o acudir a urgencias.
- Buscar ayuda profesional:
- Acompañar es fundamental: “Vamos a pedir ayuda juntos. No tienes que hacerlo solo.”
La prevención comienza en casa
El suicidio se puede prevenir, aunque no siempre se puede predecir. Las familias no tienen que ser expertas en salud mental, pero sí pueden convertirse en la red de apoyo más poderosa para sus hijos. Ser un adulto disponible, atento y empático puede marcar la diferencia entre el silencio y la búsqueda de ayuda. Como recordaron Sandra y Alia: “Eres un padre o una madre que hace lo que puede con las herramientas que tiene. No eres un profesional.”