El Director de Darwin Psicólogos y experto en Psicología Educativa destaca también que «es importante legitimar la emoción»
Rafael Guerrero Tomás, Director de Darwin Psicólogos, experto en Psicología Educativa y TDAH y autor de los libros “Educación emocional y apego” y “Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad: entre la patología y la normalidad”, habla en esta entrevista con los Colegios Zola sobre innovación, la importancia de gestionar las emociones y los retos de la educación, entre otros temas. Y lo dice con claridad: “Una metodología realmente innovadora es adaptarnos al ritmo que marca el niño o el adolescente”.
- ¿Es algo que no se está haciendo?
- No, no se está haciendo.
- Y se debe a…
- A un proceso de estructuración. Se debe a una estructura que ponemos en marcha que dice, por ejemplo, que los niños de 3 años ya no tienen que llevar pañal. Marcamos una serie de hitos, que no dejan de ser unos hitos generales, y cometemos el grave error de dejar fuera a un porcentaje importante de niños.
- ¿Por qué ocurre esto?
- Porque los seres humanos tendemos a estructurar. Los niños desde bien pequeños tienen un mecanismo de defensa que se llama polarización y que consiste en etiquetar o clasificar las cosas y personas en categorías (buenas o malas, blanco o negro), sin que haya términos medios y tenemos que aprender a valorar las diferentes escalas de grises. Esto se debe a que el ser humano tiende a estructurarlo todo y a meter a las personas en distingos grupos.
- ¿Ocurre esto también cuando hablamos de niños con TDAH?
- Sí, esto es lo que hacemos cuando hablamos de salud mental. El diagnóstico no deja de ser una etiqueta y de meter a un niño en un determinado grupo: los niños con depresión, los niños con TDAH… Y eso tiene sus consecuencias y trabajar con etiquetas puede ser un error. Yo no trabajo con niños con TDAH, yo trabajo con María, Pedro o Juan, no trabajo con etiquetas.
- Y esto lo hacemos por…
- Lo hacemos también por comodidad. Por eso, estructuramos todo y lo hacemos todo muy rígido. Por eso, digo que lo más innovador que podemos hacer hoy en día es dejar que el niño lleve su ritmo y nosotros seguir al niño. Parece que es el profesor, el padre o la madre quienes tienen que marcan el ritmo y eso es un error porque el niño lleva su propio ritmo exista un desfase en el desarrollo o no. Hay que estar a disposición del niño. Esto se malinterpreta como que es el niño el que nos lleva con un yugo y eso no es así: hay que respetar el camino, el ritmo, los avances, los estancamientos que tienen nuestros niños. Lo que ocurre es que el ser humano adulto no está dispuesto a que esto sea así.
- Entonces, ¿los retos de la educación serían?
- El primero sería adaptarnos al niño y a su desarrollo evolutivo, a sus circunstancias, familia, a sus posibles dificultades, a su ritmo y tener en cuenta que el ritmo lo marca el niño. El segundo reto es trabajar la inteligencia emocional tanto en el aula, como en la familia y en la sociedad, identificar las emociones, legitimarlas, permitirlas y establecer estrategias para poder regularlas. En tercer lugar, es trabajar el comportamiento ejecutivo que, con las nuevas tecnologías, lo tenemos cada vez más atrofiado. En cuarto y último lugar hablamos de valores que estamos perdiendo como la paciencia, el respeto o la empatía.
- ¿Y cómo se traduce esto en una sociedad y en un mundo tan competitivo?
- Estamos en una sociedad muy exigente y estamos continuamente mirando al futuro pero olvidándonos del presente y eso nos hace a los docentes llevar un temario a un ritmo que no es adecuado ni para el docente ni para el niño. No hay momentos para hacer dinámicas de conocernos, para trabajar el duelo porque una compañera de clase ha venido angustiada porque su abuela se está muriendo. La exigencia es muy grande en lo que tiene que ver con neurobiología, con todo lo que tiene que ver con conocimientos. Sin embargo, la parte emocional, que es una parte más inconsciente y más difícil llegar a ella nadie nos enseña a saber identificarla y a aprender a gestionarla. Hay un desequilibrio. Desde mi punto de vista, estamos saturando en exceso las funciones corticales y no estamos teniendo en cuenta las suborticales que para mí son claves para una vida en equilibrio y una vida plena para los niños y para nosotros.
- ¿Usted aboga por un sistema educativo más flexible?
- Sí, al final el sistema educativo se tiene que adaptar a cada niño. No es sigue mi ritmo que yo te voya llevar a buen puerto, porque no consiste en llegar al puerto, sino que consiste en cómo se hace el recorrido.
- ¿Qué consejos daría a los docentes?
- El primero es formación, es imprescindible que un docente que tiende a la excelencia se forme y se creen redes y es fundamental la formación en la parte emocional. En segundo lugar,es imprescindible que sea capaz de mirar incondicionalmente a sus alumnos, que no les juzgue, que les mire con cariño, con respeto y legitimizar la emoción. Yo no puedo evitar que en un niño aparezca la rabia, el miedo, la frustración, pero sí puedo enseñar a ese niño a que gestione las conductas asociadas a esa emoción. Yo le legitimizo sus emociones, lo que no acepto son conductas determinadas a un compañero o profesor.
- Como profesores y familias, ¿qué se puede hacer?
- Es muy importante empoderar a nuestros hijos. Si ante determinada conducta la atribución que hago es que eres malo, entonces le estoy llevando por el camino de comportarse como malo. Sin embargo, si le digo que no me ha gustado su conducta pero que entiendo que esté enfadado, le estoy dando una narrativa, una explicación y le hago saber que todos nos equivocamos y que el error es parte del aprendizaje. No justifico la acción, pero le comprendo y así empoderamos a los niños y alumnos.