Por Cristina Gonzalez Mañe, 1ºB
Las emociones recorren nuestro cuerpo día a día como un gusanito que nos hace sentir a veces cierto cosquilleo, un poco de angustia o incluso una explosión de felicidad. A esas emociones que a veces nos ponen los pelos de punta, les tenemos que poner nombre y eso es lo que les enseñamos a nuestros alumnos en Pensamiento Emocional. Aprenden a identificarlas, a gestionarlas, a encontrar el porqué de nuestras emociones y a comprender además cómo se sienten los que nos rodean.
¿Quién no ha sentido rabia, miedo, angustia, temor, enfado o felicidad en infinitas ocasiones? Esos sentimientos y estados de ánimo los comparten a diario los alumnos de 1ºB en Pensamiento Emocional. Han hablado y expresado cómo se sienten, por qué y qué necesitan. Han buscado entre todos soluciones para encontrar pensamientos positivos que nos ayuden a gestionar momentos de tristeza, ira, enfado, angustia o miedo. Entre ellos, se han ayudado ofreciendo a sus compañeros habilidades para poder afrontar este tipo de situaciones. Les enseñamos a que aprendan a dar consejos y sepan recibirlos con agrado, enseñándoles que NO HAY PALABRAS MAL DICHAS SINO MAL INTERPRETADAS. Les inculcamos la importancia de PEDIR y OFRECER AYUDA.
Cuando los niños ofrecen su ayuda y comparten sus emociones, les enseñamos a ser cada día personas llenas de EMPATÍA. Considero que la empatía es un regalo innato con el que nacemos y que no se debe abandonar sino enseñar, fomentar y explotar como un valor importantísimo que todos debemos poner en práctica cada día. Por eso, les enseño palabras mágicas y secretas que ellos deben descubrir como: SOLIDARIDAD, EMPATÍA Y AMISTAD.
Desde casa vamos a fomentar la amabilidad con el taller “Voy a ser amable”. Os animo a enseñar a nuestros alumnos, a nuestros hijos y a nosotros mismos, a convertir nuestra sonrisa en un arcoíris que nos ayude a ponerle color y alegría a nuestro día a día, ya que el mundo es más bonito y hermoso si lo coloreamos con nuestra AMABILIDAD, EMPATÍA Y SOLIDARIDAD.