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Leticia Garcés, una de nuestras ponentes en Eduemoción III y especialista en Inteligencia Emocional, describe en esta entrevista los diferentes tipos de familia durante el confinamiento; nos explica qué es tener «reservas de Inteligencia Emocional»; y nos da algunas claves de lo que supone emocionalmente el confinamiento para los niños.
«Darte cuenta de que has experimentado una falta de recursos emocionales durante el confinamiento, es un aprendizaje valioso para el futuro»
En estos momentos y estando en casa, ¿qué podemos hacer para trabajar la Inteligencia Emocional?
La Inteligencia Emocional es algo que no se debe dejar de trabajar nunca, es algo con lo que tenemos que vivir, una actitud de vida.
En la cuarentena nos vamos a encontrar personas que ya trabajaban la Inteligencia Emocional con anterioridad y que se están encontrando con “reservas” y lo están sabiendo llevar mucho mejor que otras personas que a lo mejor no han sabido priorizar la Inteligencia Emocional, personas que han dado prioridad al trabajo, a los estudios… y ahora están sufriendo la carencia. Es como que van a la despensa y les falta ese producto.
[av_one_half first av_uid=’av-127jjmn’]»La inteligencia emocional es una actitud de vida»[/av_one_half]
Hay personas que están viviendo el confinamiento con estrés o con preocupación, pero una preocupación exagerada, están nerviosas, irascibles, con problemas de sueño… Pero hay que ser positivos y simplemente darte cuenta de que te faltan recursos, ya es un aprendizaje que sacamos de todo esto, porque igual ahora no te encuentras con las mejores condiciones físicas para ponerte a trabajar la Inteligencia Emocional o no tienes el ánimo, pero si sacas esta reflexión, cuando mejoren tus circunstancias, puedes empezar a trabajar los hábitos saludables que se recomiendan siempre: descansar bien, alimentación sana, hacer ejercicios, cuidar las emociones… Estos son los hábitos saludables de siempre pero que nos recomiendan tener activos durante la cuarentena.
En general, a mí me gusta decir que hay como tres tipos de familia durante el confinamiento:
1. Las familias que sobreviven: que son las que están tomando decisiones de forma improvisada, día a día y que están con mucha ansiedad, con mucha angustia… les viene todo muy grande porque usaban muchos recursos externos, el colegio, las extraescolares, los abuelos… y dedicaban gran parte de su tiempo a trabajar.
2. Las familias que viven: esto son los que afrontan el futuro de forma más optimista, pero es una forma también de negar las emociones que sienten. Viven una especie de pequeñas vacaciones. Es una forma sufrir menos, piensan que son 40 ó 50 días, los que sean que tenemos que estar confinados, pues lo vamos a pasar lo mejor posible, no vamos a hablar demasiado del tema, no atienden sus emociones de angustia y no quieren pensar en ello.
3. Familias resilientes: que son las familias que están intentando aplicar sus competencias emocionales y ponerlas a su servicio, han desarrollado la empatía, la asertividad, la resiliencia, la automotivación y las han puesto a su servicio y les están sirviendo.
La mayoría de las familias hemos pasado por los tres tipos de familia. Los primeros días sobrevivíamos, intentábamos encajar todo esto… también eran días de duelo, de angustia… y luego pasabas un poco a vivir, a intentar llevarlo lo mejor posible ocultando alguna de esas emociones, no hablando mucho del tema y luego pasamos a ser una familia resiliente. Asumo cómo me siento e intento encajarlo lo mejor posible y pongo mis competencias emocionales a mi servicio. También intento manejar las emociones que generan un conflicto, me escucho a mí mismo y a los demás de la mejor manera posible. Si no lo he conseguido, luego podré rectificar, pedir perdón… Entonces ahí es donde tenemos que llegar a ese concepto de familia emocionalmente competentes y resilientes que ponen sus competencias emocionales a su servicio.
¿Cómo puede afectar el confinamiento a los niños emocionalmente?
El confinamiento en sí no tiene por qué ser traumático. Eso no quiere decir que algunas familias lo lleven peor y eso pueda resultar traumático pero me gusta diferenciar como dos momentos diferentes: una es el confinamiento, cómo lo vivamos va a depender de qué tipo de recursos emocionales dispones y de tus propias circunstancias personales, si tienes una vivienda pequeña, grande, con jardín…y otra las consecuencias del confinamiento.
[av_one_half first av_uid=’av-ietjcv’]»Hay que vivir el confinamiento lo mejor que puedas; te va a tocar ser flexible»[/av_one_half]
Una pregunta que nos hacemos es si están los niños muy expuestos a tecnología. Y eso sí es una consecuencia del confinamiento. Sin embargo, todo el mundo queremos tener información, entretenernos… y usamos el móvil para todo. Pero cuando llegue el momento de enfrentarnos a las consecuencias del confinamiento, entonces, en esas circunstancias más favorables será cuando podamos atender las consecuencias que se generan del confinamiento.
Hay que vivir el confinamiento lo mejor que puedas, en tus circunstancias, eso supone que te va a tocar ser flexible, exigiéndonos menos y luego los conflictos si los sabemos manejar perfecto, sino pues tendremos que acabar el día pidiéndonos disculpas e intentando que el día siguiente todo sea diferente.
Después del confinamiento veremos a qué niños les ha afectado más; a ellos habrá que dar más apoyo. Otros que, como consecuencia de la flexibilidad que hemos tenido en este confinamiento, no querrán perderla, entonces habrá que decirles “en el confinamiento fui flexible pero ahora estamos en otra circunstancia y podemos salir a la calle y no vamos a estar tanto tiempo con el móvil”.
¿Qué consejo podrías dar a los profesores?
Creo que para los profesores es una oportunidad fantástica para que aprendan cosas que hasta ahora no sabían hacer porque no les había tocado hacer. Estar bien va a depender de sus recursos emocionales y también de su capacidad de adaptarse a los cambios. Seguro que han tenido momentos de ansiedad y angustia, porque todo depende de las reservas emocionales que tengas pero sin duda alguna es una oportunidad, hay que verlo así para estar bien. Ver también cuales son mis carencias, que están exigiendo esta situación de mí y cómo las voy a cubrir.
¿Cómo afrontar una vuelta a la normalidad que ya no es «tan normal»?
A mí me gustaría diferenciar entre que hay un estado de alarma y se nos ha pedido que nos confinemos y luego mi voluntad. Yo decido también estar confinada y esto me ayuda a no estar enfadada con el mundo, no siento que nadie me ha quitado la libertad y que nadie me ha encerrado en mi casa sino que soy yo la que he aceptado también confinarme.
Confinarme es solidaridad hacia los demás y responsabilidad de mí misma y los míos. Si ahora se empiezan a abrir las puertas, yo soy la que va a tener que sujetar esa libertar que me van a ir dando y la voy a tener que ir racionalizando. Si a lo mejor no necesito salir tanto saldré menos, iré saliendo de menos a más y me iré marcando mis rutinas, siendo responsable, no socializando cuando salgo porque eso es de los problemas que vamos a tener, que los niños van a poder salir a la calle pero no socializar…
Vamos a tener que demostrar cómo somos cuando nadie nos ve, pues aquí está la responsabilidad del pueblo y que podemos demostrar que sí se puede contar con nosotros porque si vamos a ser responsables.