Educar en emociones es clave en la sociedad posmoderna en la que vivimos y es el mejor camino para conocer y potenciar el talento de nuestros hijos. Seguro que alguna vez te habrás preguntado ¿Qué diferencia hay entre un ser humano y otro teniendo la misma inteligencia? o incluso entre un hijo y otro. La respuesta a esta pregunta radica en las capacidades sociales y emocionales de cada uno, o lo que es lo mismo, la forma que tendrá de gestionar su emoción. Para entender qué es la inteligencia emocional recurriremos a la definición del psicólogo estadounidense Daniel Goleman, quién en su libro Emotional Inteligencie de 1995 la definió como “tomar conciencia de nuestras emociones, saber gestionarlas y poder así comprender también a los demás”.
Howard Gardner, psicólogo de la Universidad de Harvard ya había hablado antes de educar en emoción. En su libro “Estructuras de la mente” (1983), propuso la existencia de siete inteligencias básicas, y no hace mucho propuso la existencia de una octava. Para Gardner el término inteligencia supone la capacidad para resolver problemas y crear productos en un entorno rico en contextos y naturalista. Gardner cree que no se puede valorar la inteligencia de un individuo separándolo de su entorno natural de aprendizaje y pidiéndole que realice tareas que nunca ha hecho antes.
Las ocho inteligencias de Gardner o modelo de inteligencias múltiples
- Inteligencia lingüística: la capacidad de utilizar las palabras de manera eficaz, ya sea oralmente o por escrito.
- Inteligencia lógico-matemática: capacidad de utilizar los números con eficacia y de razonar bien.
- Inteligencia espacial: Capacidad de percibir el mundo visuoespacial de manera precisa y de llevar a cabo transformaciones basadas en esas percepciones.
- Inteligencia cinético-corporal: Dominio del propio cuerpo para expresar ideas y sentimientos facilidad.
- Inteligencia musical: Capacidad de percibir, discriminar, transformar y expresar las formas musicales.
- Inteligencia interepersonal: capacidad de percibir y distinguir los estados anímicos, las intenciones, las motivaciones y los sentimientos de otras personas.
- Inteligencia intrapersonal: autoconocimiento y capacidad para actuar según ese conocimiento.
- Inteligencia naturalista: capacidad para clasificar y reconocer las numerosas especies de flora y fauna del entorno y sensibilidad hacia los fenómenos naturales.
Sabemos además que las inteligencias se “abren” un poco más lentamente hasta el año de edad, aproximadamente, y tienen su punto álgido entre un año y los diez-once años o que las niñas crecen más rápido que los niños a partir de los 10 años. Desde los 7 a los 11 años estamos en la fase que Jean Piaget, famoso por sus estudios de la infancia, denomina de “operaciones concretas”. En esta etapa se avanza en pensamiento sobre la moralidad, se aumenta en empatía y debemos trabajar la alfabetización emocional y el autoconcepto, pues cuando se organiza mentalmente una autoimagen negativa o positiva. Con claves como estas que nos proporcionan los expertos podemos crear un mapa sobre el talento de nuestros hijos o alumnos.
Descubrir las inteligencias de los alumnos.
El mejor modo de evaluar las inteligencias múltiples (IM) consiste en realizar una valoración realista del rendimiento en los diversos tipos de tareas, actividades y experiencias asociadas con cada inteligencia. En el mercado no existe un megatest que proporcione un estudio exhaustivo de las inteligencias múltiples de los alumnos. La mejor manera de evaluar las inteligencias de los alumnos es la observación.
La escuela de las inteligencias múltiples
La mayoría de las escuelas no se concentran en las “inteligencias ignoradas” (música, espacial, cinético-corporal, naturalista, interpersonal, intrapersonal y naturalista) tienden a ser considerados “materias menores” con respecto a las tradicionales como las matemáticas o la lengua.
Desde la teoría de las IM se considera que, durante la jornada escolar, todos los alumnos deben estar expuestos a cursos, proyectos o programas que se centren en desarrollar cada una de sus inteligencias, no sólo las habilidades verbales y lógicas básicas que se exaltan por encima de cualquier otra disciplina.
Gardner propone como ejemplo la forma de exponer a los niños al conocimiento de los museos infantiles que suelen proporcionar un ambiente de aprendizaje directo, interdiciplinar, basado en los contextos de la vida real y en un entorno informal.
En particular en el Grupo Zola tenemos el convencimiento de que todos los niños albergan un talento, Susana Alfageme, psicopedagoga del centro, afirma que “todos los niños son capaces de llegar a todo lo que se propongan en la vida, conociéndolo muy bien, descubriendo ese talento que todos tienen y ayudándoles ofreciéndoles la técnica necesaria para que lo desarrollen”.